miércoles, 18 de noviembre de 2020

INTRODUCCIÓN A LAS ORGANIZACIONES ESCOLARES




En esta clase vamos a comenzar a trabajar el Eje N°2 del programa, denominado "La escuela como organización" 

Para comenzar, les propongo reflexionar sobre los siguientes interrogantes:

  • ¿Cómo valoras el funcionamiento y la organización de la escuela donde trabajas?
  • ¿Cómo te sientes dentro de esa organización?
  • ¿Has detectado algún problema o aspecto de mejora necesario en tu escuela?

  No es necesario enviar las respuestas por escrito, sino pensar sobre las cuestiones propuestas para entrar en tema. Si no estás trabajando en este momento, concéntrate en alguna Institución Educativa que conozcas.

 Es clave en el proceso educativo conocer los elementos que componen una organización escolar, tanto los específicos o diferenciales como los generales, cómo influyen en los mismos la legislación educativa y las reformas que se desarrollan y cómo poder gestionar el funcionamiento de una organización escolar que facilite la comunicación, la convivencia, la participación democrática, así como un clima y una cultura de compromiso con un proyecto conjunto con la comunidad educativa, conociendo alternativas innovadoras de organización educativa. 

 Los objetivos de esta clase son:

  • Conocer las características que hacen peculiares y diferentes a las organizaciones escolares de las demás organizaciones.
  • Comprender a la escuela como una organización formal con características específicas que impiden analizarla desde una visión empresarial. 

 

¡Adelante!

ESCUELAS FUERA DE LA ESCUELA

 

Miguel Ángel Santos Guerra. Catedrático de Organización Escolar de la Universidad de Málaga

 Las escuela que tenemos: algunas paradojas

 En otros lugares he (Santos Guerra, 1994, 2000) planteado algunas de las características que definen la escuela como institución. No todas las encarnan de la misma forma y con la misma intensidad, pero el hecho de ser organizaciones reguladas de forma centralizada (Smyth, 2001) generan una configuración estructural y un dinamismo peculiar. Muchas de esas características tienen un trasfondo crítico, trasfondo que se puede teñir de pesimismo radical o de optimismo reformista.

A continuación, voy a poner de manifiesto algunas contradicciones, sin profundizar en su naturaleza o en las posibilidades de superación que tienen en la actual escuela. Como se verá, las contradicciones son de naturaleza diversa y tienen un soporte institucional distinto.

 

La escuela es una institución de reclutamiento forzoso que pretende educar para la libertad. No resulta coherente este doble planteamiento: la eliminación de la libre elección para enseñar a realizar elecciones autónomas, auténticamente libres. El lenguaje que utilizamos en el campo de la educación, frecuentemente eufemístico, incide sobre estas concepciones. Hablamos de enseñanza obligatoria, expresión que hace patente un concepto altamente positivo que lleva consigo la garantía de derechos para todos, la escolaridad gratuita, la posibilidad de generalizar un currículum común básico... Si hablásemos de trabajos forzados para referirnos a la misma realidad subrayaríamos la vertiente oscura de la realidad (no hay libertad para elegir) y el carácter doloroso del trabajo uniforme, impuesto y cerrado.

 

La escuela es una institución jerárquica que pretende educar en y para la democracia. La estructura jerárquica de los Centros se manifiesta en la esta mentalización, en la composición de los órganos de gobierno y en algunas características de la cultura de las escuelas (en todas existe una sala de profesores, pero en casi ninguna una sala de alumnos, por ejemplo). La jerarquía se encarna, por ejemplo, en el currículum oculto, de manera que la distribución, la configuración, el uso y la movilidad por el espacio, tienen connotaciones privilegiadas para el poder (Santos Guerra, 1992). Las relaciones que se establecen en la educación son más determinantes que los contenidos que se estudian. Bowles y Gintis (1983) han defendido elocuentemente la importancia de las relaciones sociales en la educación y su primacía frente al contenido de la enseñanza.


 La escuela es una institución heterónoma que pretende desarrollar la autonomía. La autonomía es una exigencia de la responsabilidad. Si todo está prescrito sólo existe una responsabilidad superficial de ejecución. Al no producirse decisiones sobre aspectos sustantivos, la libertad sólo se produce en aspectos superficiales:

 "Los profesores tienen libertad para organizar la enseñanza como les parezca mejor. Como los automovilistas tienen, en un embotellamiento, la libertad de elegir las cassettes que les gustaría oir mientras tanto. Si le decimos a uno de ellos que en el metro ya habría llegado, subirá el cristal y hasta puede que nos insulte. Si le decimos a un profesor que su famosa libertad pedagógica es una ilusión, un fantasma, un concepto ideológico para enmascarar su omnipotente impotencia, nos mirará con ojos de sorpresa y creerá que estamos locos. Si le amenazamos con tocar su libertad pedagógica, montará en cólera" (Ranjard, 1988).

Lo que digo de los profesionales puede ser aplicado a la misma institución. La escuela es una institución paralítica (Salaman y Thomson, 1984), depende de otras para moverse. La escuela recibe muchas prescripciones que la restan autonomía.

Los alumnos, a su vez, son los destinatarios últimos de todo el caudal de prescripciones emanadas de los niveles institucionales superiores externos al Centro y del mismo Centro.

 

La escuela es una institución que pretende educar para los valores democráticos y, a la vez, para la vida (Santos Guerra, 2001). La escuela recibe el encargo de educar a los alumnos para los valores (solidaridad, paz, autenticidad, igualdad...), y también el de prepararlos para la vida. Pero la vida es, en muchas ocasiones insolidaria, belicista, falsa, discriminadora. ¿Cómo conjugar ambas pretensiones? Dewey hablaba de la particular contradicción que supone la cooperación exigida por la democracia y la competición que lleva consigo la economía de mercado.

 

La escuela es una institución epistemológicamente jerárquica que pretende educar la creatividad, el espíritu crítico y el pensamiento divergente. El conocimiento establecido, oportunamente seleccionado y organizado para que sea impartido en el curriculum tiene unas características determinadas en su misma elaboración (independiente de los contenidos seleccionados): quien selecciona el conocimiento, quien lo imparte y quien lo evalúa tiene un especial poder. El círculo vicioso se cierra sobre sí mismo: quien tiene poder seleccionar el conocimiento, quien selecciona el conocimiento tiene poder.

 

La escuela es una institución sexista que pretende educar para la igualdad entre los sexos. El sexismo ha tenido una larga tradición en la cultura escolar (Apple, 1989; Santos Guerra, 2000). La profesión docente ha sido considerada una profesión de mujeres. No es ésta una cuestión del pasado. El sexismo sigue instalado en las estructuras de la institución escolar y así todavía hoy podemos encontrar un elevadísimo número de profesoras en la educación infantil y un escaso número de profesoras en la Universidad. Los libros de texto, el lenguaje que utilizan las mujeres y el que se emplea para referirse a ellas, muchas actitudes vividas en el ámbito de la educación son claramente sexistas.

 

La escuela es una institución pretendidamente igualadora que mantiene mecanismos que favorecen el elitismo. Para entrar en el corazón de estas cuestiones no basta recurrir a las declaraciones de principios o de intenciones sino introducirse en la cultura organizativa de las escuelas.

 Bernstein (1990) pone de manifiesto algunos de los mecanismos que acentúan la discriminación: La clase social actúa de modo selectivo respecto de la orientación de los principios discursivos que los niños traen a la escuela; mientras más baja es la clase social, más bajo es el control imperativo; para los pobres no puede constituirse realmente un segundo lugar de adquisición del conocimiento con un contexto y un respaldo pedagógico oficia; a pesar del control sobre el currículum común, los niños de clase obrera, en especial en las clases rurales, aprenden una ciencia distinta en la cual las funciones de la memoria resultan privilegiadas...

El trabajo de Paul Willis (1988) muestra cómo, pasando por las instituciones escolares, los chicos de la clase obrera consiguen trabajos de la clase obrera.

La escuela es una institución que busca la diversidad pero que forma para competencias culturales comunes.

La escuela es una institución cargada de imposiciones que pretende educar para la participación. Si se observa el funcionamiento de una escuela se podrá comprobar la escasa incidencia de las opiniones y de las decisiones de sus miembros en la dinámica de la misma. La falta de participación no se debe al escaso convencimiento de sus protagonistas sobre la importancia de la misma. En teoría, se defiende la bondad de la participación y se habla de sus postulados. La realidad es diferente. Habría que pensar si esa misma apariencia de participación no se convierte en un engaño para alcanzar la participación efectiva. Así lo entiende Martínez Rodríguez (1992) en un trabajo que titula de forma significativa: La participación democrática, piel de cordero de la domesticación.

 

La escuela es una institución acrítica que pretende educar para la exigencia democrática. No existe autoevaluación en la escuela. Ni un tipo de evaluación externa que controle democráticamente su funcionamiento (Simons, 1987; Santos Guerra, 1993). Las escuelas viven independientemente de su éxito. Es más, sin necesidad de definir su éxito. Desde una dinámica de escasa reflexión institucional, de fuerte rutinización y falta de flexibilidad, es difícil conseguir planteamientos que lleven a la exigencia democrática.

 

La escuela es una institución aparentemente neutral que esconde una profunda disputa ideológica. No existe neutralidad. No es posible alcanzarla si es que alguien la desease. Sin embargo, la escuela muestra una apariencia neutral en cuanto al compromiso político o a la filiación  ideológica. Uno de los errores más graves a que han impregnado los estudios de la organización escolar es el presupuesto de la neutralidad (Ball, 1989). No sólo porque no responde a la realidad sino porque convierte a los sujetos en seres confiados, ingenuos, pasivos y escasamente comprometidos.

 

La escuela es una institución homogenizadora que pretende atender la diversidad. Para todos se establecen los mismos objetivos, en los mismos tiempos, con los mismos ritmos, en los mismos espacios, idénticas metodologías y similares evaluaciones. La escuela es el lecho de Procusto sobre el que se tiende a los escolares adaptando la longitud de éstos a la del lecho, bien mediante corto o mediante alargamiento. No se adapta la escuela al niño, sino que el niño tiene que adaptarse a las exigencias de la escuela

La cultura de la diversidad no se ha impuesto en la escuela. Pero es precisamente la diversidad, entendida y practicada de forma enriquecedora lo que constituye la esencia de la educación.

"La política de la diferencia debe constituir una práctica emancipadora" (Giroux, 1992).

Desde la diversidad y en la diversidad nos formamos y es la diversidad uno de los ejes de la educación democrática. La diversidad no es solamente una realidad fáctica sino deseable. El respeto a la diferencia exige la tolerancia. El sentido de la justicia exige la superación de las discriminaciones.

 

La escuela es una institución débilmente articulada que pretende desarrollar la cooperación. No se puede concebir una empresa de fabricación de coches en la que el departamento que fabrique el chasis haga unos huecos para las puertas más pequeños que las puertas que fábrica otro departamento de la misma empresa. Uno u otro departamento cambiará el tamaño una vez detectada la descoordinación. Sin embargo, en una escuela puede un docente de segundo curso mantener durante años la descoordinación respecto al de primero...

 

La escuela es una institución que impone el currículum a pesar de que basa su actividad en los principios de la psicología del aprendizaje. En esos principios se dice que hay que partir de las necesidades, de los conocimientos y de los intereses de los aprendices. Que solamente se puede aprender cuando existe una disposición favorable hacia el conocimiento.


MATERIAL DE APOYO


https://drive.google.com/file/d/1vbZqxFMBlU4I1bTVEHKCpjHh5F7QCY5I/view?usp=sharing


Debatimos "La escuela que tenemos: algunas paradojas"


Luego de la lectura comprensiva del material de estudio de la clase "La escuela que aprende" de Santos Guerra, realizar la siguiente actividad:

  • Mencionar dos ideas fuerza del texto que te hayan gustado y llamado la atención (transcribirlas)
  • Colocar una breve opinión personal sobre cada una de estas ideas.
  • Compartir la actividad en este debate para socializar opiniones.
  • Comentar la intervención de, al menos, un compañero. 

 

RESPUESTA DE ACTIVIDAD DE LA CLASE

La escuela es una institución homogenizadora que pretende atender la diversidad. Para todos se establecen los mismos objetivos, en los mismos tiempos, con los mismos ritmos, en los mismos espacios, idénticas metodologías y similares evaluaciones. La escuela es el lecho de Procusto sobre el que se tiende a los escolares adaptando la longitud de éstos a la del lecho, bien mediante corto o mediante alargamiento. No se adapta la escuela al niño, sino que el niño tiene que adaptarse a las exigencias de la escuela

La cultura de la diversidad no se ha impuesto en la escuela. Pero es precisamente la diversidad, entendida y practicada de forma enriquecedora lo que constituye la esencia de la educación.

"La política de la diferencia debe constituir una práctica emancipadora" (Giroux, 1992).

Desde la diversidad y en la diversidad nos formamos y es la diversidad uno de los ejes de la educación democrática. La diversidad no es solamente una realidad fáctica sino deseable. El respeto a la diferencia exige la tolerancia. El sentido de la justicia exige la superación de las discriminaciones.

 

Opinión personal:

 

 En las escuelas de hoy existe una dualidad en la forma de enseñar, están los docentes que tienen sus carpetas con sus clases armadas y van de escuela en escuela sea la orientación o modalidad que sea dando clases a todos sus alumnos por igual  sin atender al ritmo, tiempos de aprendizaje de cada alumno. Por otro lado nos encontramos con docentes que se esfuerzan e intenta en la medida que pueden enseñar de distintas formas teniendo en cuenta situación de cada alumno. Esta ambigüedad existe en casi todas las escuela, se debería unificar la dirección  hacia la  atención  a la diversidad de nuestros alumnos. Al coexistir en las instituciones distintas generaciones de docentes  es primordial y urgente la unificación de la  formación  docentes para transitar el camino de la diversidad en la educación y cambiar esta situación

“No se adapta escuela al niño, sino que el niño tiene que adaptarse a las exigencias de la escuela”

 

 La escuela es una institución débilmente articulada que pretende desarrollar la cooperación. No se puede concebir una empresa de fabricación de coches en la que el departamento que fabrique el chasis haga unos huecos para las puertas más pequeños que las puertas que fábrica otro departamento de la misma empresa. Uno u otro departamento cambiará el tamaño una vez detectada la descoordinación. Sin embargo, en una escuela puede un docente de segundo curso mantener durante años la descoordinación respecto al de primero...

 

Opinión personal:

 

La articulación interdisciplinaria es otro de los problemas con los que cuenta la educación, y otra vez nos encontramos con el problema generacional de los docentes. Por más que en jornadas se hable de articulación y se explique los beneficios que trae articular entre materias para hacer integral el aprendizaje del alumno, esto se llevará a cabo si los docentes llegan a un  acuerdo, y muchas veces esto no sucede de la manera deseada por la institución , debido entre otras cosas, a  que las nuevas generaciones de docentes traen consigo nuevas tecnologías  y las aplican en sus clases y los docentes con más antigüedad son reticentes a ponerlas en práctica, debido a que se resisten al cambio de su forma de enseñar que realizan desde siempre. Esto no siempre es así pero es uno de los motivos más frecuentes. Otra causa es la afinidad entre colegas. Más de una vez hemos escuchado “Yo no voy a articular con tal o cual porque no me llevo bien”. Estas situaciones afectan directamente al alumno, y tendremos que repensar nuestras actitudes frente a esta situación si queremos tener mejores respuestas en la enseñanza.

Pero no todo el panorama es oscuro también existen docentes que llegan acuerdos y logran el máximo conocimiento, creatividad e interés y las producciones de sus alumnos son sorprendentes.

 

 

 

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